Manifiesto Día de la danza 2019
Este año, la responsable de escribir el manifiesto sobre el Día Internacional de la Danza es la bailarina, coreógrafa y docente egipcia Karima Mansour, quien también es la fundadora de El Cairo
Contemporary Dance Center (CCDC).
A continuación les comparto su escrito:
“En el principio hubo el movimiento… y desde el inicio de los tiempos,
la danza ha sido un medio poderoso de expresión y celebración. Desde su
aparición en los murales de los faraones egipcios hasta el presente, ha
inspirado a los creadores de danza. La danza se usó para evocar a los muchos
dioses y diosas de la danza, que simbolizaban significados y conceptos como el
equilibrio, que se vincula con la justicia, la musicalidad, el tono, la
conciencia individual y cósmica, etcétera.
Una vez leí que: “Se creía que, en tiempos de los faraones, la danza
servía para elevar el espíritu del bailarín y de la audiencia de espectadores o
de los participantes. La música y la danza alentaban los impulsos más elevados
de la condición humana al mismo tiempo que consolaban a la gente de las
decepciones y de las pérdidas de sus vidas”.
Todos nosotros hablamos el lenguaje del movimiento. El movimiento es un
lenguaje universal que nos pertenece a todos siempre que estemos dispuestos a
aguzar nuestros sentidos y a escuchar. Es preciso escuchar, escuchar sin
interferencias, escuchar sin juzgar, escuchar en silencio y permitiendo que el
movimiento recorra el cuerpo en cada momento, porque tanto nuestro interior
como todo lo que nos rodea está en movimiento, en movimiento constante.
Entonces es cuando el cuerpo no miente, porque está escuchando su verdad y la
está expresando.
Al escuchar el latido de nuestro corazón, podemos bailar la danza de la
vida, que requiere movimiento, agilidad y adaptabilidad, una coreografía en
constante variación.
En esta época en la que la conexión y la conectividad han adquirido
nuevos significados y estamos en el punto más bajo de nuestra capacidad de
conexión… La danza sigue siendo el acto al que más recurrimos para ayudarnos a
restablecer esa conexión perdida. La danza nos devuelve a nuestras raíces,
tanto en un sentido cultural, como en el sentido sensorial, personal e
individual más inmediato, hasta alcanzar el núcleo y el corazón, al tiempo que
nos capacita como animales sociales.
Porque solo cuando nos conectamos con nosotros mismos, cuando escuchamos
nuestro ritmo interior, podemos conectar verdaderamente con otros y
comunicarnos.
La danza es el lugar donde la cultura se comparte y las fronteras se
derrumban en el espacio de la inclusión y la unidad, a través del lenguaje
tácito de la universalidad.
El cuerpo es un instrumento de expresión, el vehículo de nuestra voz,
nuestros pensamientos, sentimientos, historia, de nuestro ser y existencia, de
nuestro anhelo de expresar y conectar, que se manifiesta por medio del
movimiento.
La danza es un espacio que nos permite conectar con nuestra verdad; por
eso, necesita un espacio tranquilo. La danza nos permite conectarnos y
sentirnos plenos, y solo en ese sentimiento podemos encontrar la paz, y con la
paz llega el silencio y gracias a él, podemos oír, escuchar, hablar y a través
de la quietud, aprendemos a bailar nuestras verdades y es entonces cuando la
danza se vuelve pertinente.
En el movimiento y en la danza, nos podemos mover de la vertical a la
horizontal, de arriba a abajo, y viceversa. El movimiento y la danza pueden
crear el caos, reorganizarlo o no. Ahí es donde somos capaces de crear nuestras
propias realidades y los momentos fugaces y efímeros, uno tras otro. Momentos
que nos pueden conmover y permanecer en nuestros recuerdos para inspirarnos y
cambiarnos para toda la vida. Ése es el auténtico poder de la verdadera
expresión y, por lo tanto, el poder de la danza.
La danza es sanadora. La danza es donde la humanidad puede encontrarse.
Invito a la gente a ir más allá de las fronteras, más allá de la crisis
de identidad, más allá del nacionalismo y más allá de las definiciones.
Liberémonos de esas limitaciones y encontremos el movimiento y el impulso en
ese lenguaje universal. Invito a todos a bailar al ritmo de su corazón, de su
verdad interna, porque son esos movimientos internos los que conducen a las
revoluciones internas, donde el cambio real tiene lugar”.
Traducción: Arantxa Azurmendi.
Fotografías: Paco Rosso.
Vestuario: Liliana Páez.
Zapatos: Menkes.
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